sábado, 9 de abril de 2011

Los hijos de la Tierra.

Acabo de leer el libro 6 y último de la serie Hijos de la Tierra, de Jean M. Auel.
Es la historia de una niña cromagnon que es criada por un clan de neandertales.

Me parece interesantísimo que haya habido dos especies de humanos coexistiendo en tiempo y lugar, y siempre he querido saber cómo vivían y que similitudes y diferencias existían entre ellos, así como por qué se extinguieron los de neandertal.

Estos libros son novelas muy bien documentadas (la autora tardó más de 30 años en completar la serie debido a sus muy amplias investigaciones), sobre la vida hace muchos miles de años, alrededor de 35 mil, durante la era glaciar, en Europa. Era el tiempo de los mamuts, de las grandes manadas de herbívoros, de los leones y osos cavernarios, cuando los cromagnones (ya homo sapiens como nosotros) vivían en cuevas y hacían pinturas rupestres.

Como decía, es la historia de esta niña (Ayla) criada por neandertales y de cómo le cuesta trabajo adaptarse a ser como ellos, que hablan casi todo por señas, y viven en una estructura muy rígida, llena de costumbres y de modos correctos de hacer las cosas. Incluso una teoría de la autora es que se extinguieron por su nula capacidad de cambio, su cerebro era enorme en la parte de la memoria, pero no podían ver hacia el futuro. Cuando Ayla crece, tiene que vivir sola y aprende a domesticar animales, cosa que históricamente al parecer sucedió varios miles de años más tarde, pero no podemos estar seguros, y después conoce a un hombre cromagnon a quien cura pues es una experta curandera y quien le enseña otro modo de vida y la lleva a conocer a gente como ella.
Durante varios años caminan hacia lo que ahora es Francia, conociendo en el camino diferentes comunidades humanas muy interesantes, y cruzando el glaciar hasta llegar al oeste europeo.

Además de que la historia en sí es muy buena, me parece apasionante el modo en que la autora nos transporta y enseña el modo de vida de todos estos antiguos humanos basado en sus investigaciones, en los restos que se han encontrado de esas épocas, en las figuras y pinturas rupestres, pero sobre todo con una gran imaginación no exenta de sentido.
Sería increíble conocer realmente cómo fue la vida entonces, cómo se organizaban las sociedades, qué valores y reglas aplicaban, aunque creo que lo que estos libros proponen no debe estar muy alejado de la realidad.

¿Cómo habrán concebido el mundo los hombres de hace miles de años? ¿Qué explicación darían al sol y la luna, las estaciones, el frío y el calor? Seguramente la magia era la manera más fácil de explicar lo inexplicable.
¿Habrán creído, como estos libros sugieren, en un creador supremo, en este caso creadora?

Mi mamá es antropóloga, y no sé que tanto heredé o que tanto me enseñó el gusto, pero me encanta saber de modos de vida en diferentes países o comunidades, costumbres, diferencias físicas, idiomas, tradiciones, música... creo que en parte por este gusto mío me interesaron tanto estos libros, pero no soy la única, ¡son best sellers a nivel mundial!

¡Qué padre esta mujer que los escribió que pudo dedicarse a investigar lo que claramente para ella es una gran pasión, la prehistoria! Viajó a cuanta caverna con pinturas rupestres pudo visitar, experimentó en unos campamentos donde aprendió modos de supervivencia al estilo prehistórico, entrevistó y se escribió con cuanto científico pudo contactar sobre este período de nuestra historia, aprendió sobre plantas y sus usos, técnicas de caza, expresiones artísiticas, emociones y sentimientos, y escribió estas novelas que bien pueden considerarse tratados sobre la vida de nuestros muy lejanos antepasados, aprovechando el gran don que tiene de imaginar y transportarse a aquellas épocas y a aquellas sociedades que luchaban por sobrevivir y de hacernos vivir con ellos sus alegrías y dificultades. Finalmente no eran tan diferentes a nosotros, dicen que si nos trájeramos a un niño cromagnon a vivir con nuestros hijos sería uno más con la misma inteligencia, las mismas actitudes, la misma aptitud para aprender y comprender el mundo moderno....

lunes, 21 de marzo de 2011

De la vida y de la muerte.

El cuerpo humano no está hecho para vivir más de ochenta y tantos o noventa años ya como mucho, es algo tan efímero que por ahí de los 40 empezamos a tener canas, arrugas, y pequeños achaques. Más o menos la mitad de nuestra vida la pasamos corrigiendo y arreglando desperfectos pequeños o grandes de nuestro cuerpo que ya no funciona como antes.

Los avances de la medicina nos permiten vivir muchos años más de lo que se vivía antes, o más claro aún, de lo que se vive en países con menos facilidades médicas, pero muchas veces estos últimos años robados a la muerte, los pasamos entre tubos, oxígeno, enfermeras, hospitales, cientos de medicinas, dolores, fuertes complicaciones y sustos más o menos frecuentes. ¿Qué calidad de vida es ésta? ¿Por qué tenemos tanto miedo a morir? ¿Por qué queremos que nuestros seres queridos sigan aquí junto a nosotros a costa de todo? Si tanto los amamos, ¿no es mejor dejarlos ir en paz y no torturarlos (y torturarnos) con años de agonía?

Es muy difícil saber poner una raya, un hasta aquí. Es más difícil despedirnos "para siempre" de alguien querido, pero si creemos en Dios y en una vida eterna, debemos confiar en que nos volveremos a ver, y en que esa persona que amamos estará mejor en los brazos de quien es Amor infinito.

Me pregunto cuántas veces pisamos los terrenos de Dios, ¿en verdad El determina el momento de nuestra muerte? ¿O simplemente, como todo lo ve y todo lo sabe, como el tiempo no es para Dios lo que es para nosotros, El sabe de antemano en qué momento y cómo vamos a morir? Esto es una pregunta puramente filosófica.

Si llegas a muy viejo y estás bien de la cabeza, debe ser muy difícil ir dándote cuenta de que no eres el que eras, de que todo te falla y todo te duele, de que pierdes día a día tus capacidades físicas, además de que te vas quedando solo pues tus contemporáneos se mueren uno a uno... y  si no estás bien de la cabeza, peor, porque entonces todos sufren por tí, porque perder capacidades mentales, para mí, es como ir poco a poco dejando de ser persona, es perder lo que te hace ser quien eres, sumergirte en un mundo desconocido que seguramente da miedo, desconcierto. ¡Pido a Dios nos libre de ésto!

Yo, la verdad, preferiría no vivir tantísimos años, pero si así me va a tocar, intentaré copiar la esperanza, la fe y lo positiva de mi querida Pita, mi abuelita que todavía hoy tenemos por aquí rezando por cada uno de los muchos que somos, y enseñándonos a vivir de cara a Dios, aceptando lo que El ha dispuesto para ella, mientras pacientemente espera el momento en que irá al encuentro de su querido Joaquín y de ese Dios que la premiará por su gran bondad.

miércoles, 16 de marzo de 2011

El rey y su discurso.

¡Qué buena película! La disfruté mucho.

Me da mucho gusto que le hayan dado el Oscar por mejor película, pues se demuestra que no es necesaria una superproducción con miles de efectos especiales, es una película bien hecha, con una buena historia y grandes actuaciones.

Siempre son interesantes las películas basadas en hechos de la vida real, y más cuando la historia forma parte de la Historia, pues todo podría haber sido muy diferente si el hermano de Jorge VI no hubiera abdicado para casarse con Wallis Simpson. Otros herederos habría, otra reina actual de Inglaterra, otra historia.

Algo importante es ver cómo los problemas y presiones que tuvo que enfrentar este futuro rey desde niño lo afectaron al grado de causarle tartamudez, y el enfoque que para curarlo usa su "doctor" que sabe que no es un problema mecánico del habla, que hay algo más.
Lo triste es que hasta hoy día hay niños con algún tipo de problema psicológico que se manifiesta en comportamientos o impedimentos como la tartamudez, y que no se les da la atención debida por no detectarlo a tiempo, o porque los papás no quieren darse cuenta o creer que algo afectó a su hijo y lo hace comportarse de determinada manera. Es más fácil para algunos medicarlo que reconocer que algo no están haciendo muy bien como papás.

La actuación de Colin Firth bien es merecedora del Oscar a mejor actor. ¡Qué manera de meterse en el papel! Desde la primera escena te transmite la angustia y terror que le da hablar en público, y exponer su problema ante una nación entera. Lo mejor es como nos hace ver la evolución del rey en su tratamiento, cómo va tomando confianza en sí mismo hasta lograr vencer el temor que ha cargado desde su infancia. Y también Helena Bonham Carter, en el papel secundario pero importante de su esposa, hace una actuación, en mi opinión, muy buena.

Bravo a quienes hacen este tipo de películas donde nos hacen reflexionar, aprender, y sobre todo, motivarnos. Sí podemos superar nuestros problemas, nuestras ataduras, nuestros miedos. Y en esta película me encantó que el final no es triunfalista, me refiero a que la alegría del rey y sus allegados no es presentada de una forma desmedida entre fuegos y centellas, es una alegría íntima, llena de orgullo y de emoción, sin grandes aspavientos, pero así te llega al corazón, te transmite el sentimiento de logro, de que tú también puedes, es cuestión de perseverancia, voluntad y un firme deseo de lograr tus metas un paso a la vez.

También me hace reflexionar en que a veces vale la pena abrir la mente y la actitud, y probar enfoques diferentes, cuántos años llevaba este pobre hombre en tratamientos para curarse, y no es sino hasta que encuentra a este "raro" australiano que consigue desprenderse de lo que venía cargando desde la infancia.

Tal vez la historia podría haber profundizado más en el personaje de Bertie, el futuro rey, pero es consecuente con el modo de ser de la realeza, no hablan de sí mismos y de sus problemas con cualquier plebeyo como el terapista, aunque luego lleguen a ser grandes amigos. Tampoco ahonda en el tema político de ese momento y de la entrada de Inglaterra a la 2a guerra mundial, pero creo que está bien así, pues el tema de la película no es ese.

En resumen, me pareció una película muy bien lograda y muy disfrutable. Aplausos.

lunes, 14 de marzo de 2011

La gente no piensa...

Creo que ese es el gran problema de este país. La gente no piensa en nada más que en sí misma y en su propio interés.
No estamos enseñando a los niños a ponerse en el lugar del otro, a pensar en los demás, a dejar de lado un gusto o necesidad personal por el bien común.

Por ejemplo, vas a un centro comercial y resulta que en los lugares de estacionamiento para discapacitados hay coches sin placas de discapacidad, el dueño ni siquiera es una persona de la tercera edad, o alguien con una pierna enyesada, o una señora muy embarazada, cosas que podrían justificar el uso de ese lugar, no, quien deja su coche ahí es alguien a quien no le importan los demás, o seguramente, que no se ha puesto a pensar en la señora que tiene un hijo discapacitado y que tiene que estacionarse lejos y en lugares más angostos y bajar la silla de ruedas y al niño en un espacio mucho más limitado. Quiero pensar que si estas personas fueran conscientes y pensaran un poco en los demás se estacionarían donde deben, si no, sí estamos muy mal. También son culpables los cuidadores, pues por unos pesos "venden" los lugares a quienes no deben usarlos.

Al ir manejando, hay una cola para dar vuelta a la izquierda y todos los coches se forman, pues no falta el que se cree muy "listo" o merecedor de no sé qué, y se da la vuelta en segunda fila por adelante de los demás. ¿Por qué? Y lo peor es que siempre hay quien lo deje pasar. ¡No deberíamos hacer eso nunca, y tampoco dejar pasar al que se quiere meter en cualquier fila!

¿Y qué tal los que se estacionan en doble fila? ¿Los que se estacionan en las rampas de discapacitados? ¿Los que se van detrás de la ambulancia para ir más rápido?

¡Qué tristeza la falta de civismo! Y peor, que haya gente que se cree mejor que los demás, más valioso, merecedor de privilegios, ¿por qué? Abusar de los demás, aprovecharse y saltarse las reglas, ser prepotente no es ser listo, es ser... muchas cosas que no quiero escribir aquí.

También hay una gran falta de conciencia entre las empresas, por ejemplo, en Santa Fe, ya pusieron lugares para discapacitados frente a cada entrada del centro comercial, y hay una pequeña rampa para subir el escaloncito de la banqueta, pero ¡oh sorpresa, abres la puerta y hay 7 escalones! ¿Por qué? ¿Por qué no poner rampa en todas las entradas? Resulta que llegas con tu bebé y tu carreola, la armas, lo sientas, lo amarras, llegas... y no puedes entrar a menos que un alma caritativa (que tampoco hay tantas) te ayude a cargar la carreola, si no, tienes que subir o bajar en el elevador del estacionamiento, entrar por otro piso, y por dentro caminar y volver a subir o bajar para llegar a donde querías ir, imagínense un verdadero discapacitado hacer todo esto en silla de ruedas, tan fácil que sería poner una rampa en cada entrada.

Hay que ser amables, hay que pensar en los demás siempre, ayudar en lo que podamos, dejar pasar a quien va a cruzar la calle, con el coche, pasar uno y uno en los cruces, no estorbar a los demás, si vas despacio y otro viene más rápido, ¿por qué no dejarlo ir? No sabemos por qué tiene prisa, si tiene una emergencia, ¿para qué estorbar?
No dejar el carrito del super a medio pasillo, no dejar el coche en doble fila, no meterte a la caja de sólo 10 artículos si traes más, pensemos en los demás. No nos pasemos el alto, ¡pongamos las direccionales!

Pongámonos en los zapatos de los demás, no hagamos lo que no nos gusta que nos hagan, respetemos las reglas civiles y de tránsito, enseñemos a nuestros niños a hacerlo.

Y sobre todo, sigamos la regla de Dios: ama a tu prójimo como a tí mismo.

jueves, 10 de marzo de 2011

Una aldea moderna.

Se dice por ahí que se necesita una aldea para criar un niño, refiriéndose a que antes los niños eran un poco de todos, en los pueblos, en las aldeas, desde la prehistoria, toda la comunidad se hacía cargo de los niños, de su cuidado y educación.

La vida moderna nos ha vuelto más individualistas, las casas unifamiliares, la inseguridad, el anonimato de las grandes ciudades, incluso la distancia física o en tiempo de traslado a casa de los abuelos o tíos, todo ha contribuído en que a los niños se les eduque de una manera más aislada.

A la hora de educar a los hijos, o al tener algún problemita o problemota con ellos, siempre es de agradecer la experiencia de quien ya pasó por eso por tener hijos más grandes, o la sabiduría de quien a través de los años ha sacado conclusiones, experimentado formas de hacer las cosas o simplemente observado cómo se han desarrollado problemáticas que generaciones y generaciones de familias han superado.

Sin embargo, aunque no vivamos en pequeñas aldeas, las familias, y más específicamente las mamás, nos agrupamos y reunimos con otras con principios e intereses afines, y nos apoyamos de dos maneras principalmente: hablando y ayudándonos en el día a día.

Platicar de los hijos con las amigas siempre es bueno. Por un lado, como en cualquier tema, con sólo decir algo lo ves de otra manera y te liberas un poco, y por otro, te das cuenta de que todas pasamos por lo mismo, los hijos de una y otra viven cosas muy parecidas en edades similares, y siempre se reciben buenos consejos.
Por otro lado, es de agradecer la ayuda diaria, el que tengas una amiga que pueda llevar a tu hijo al partido, recibirlo a comer cuando tú tienes algo con otro hijo, quien te preste alguna cosa que necesitan para la escuela, quien esté pendiente de tí y tu familia, quien te eche porras y te diga que no lo estás haciendo tan mal...

Y en esta pequeña aldea de abuelas, tías, mamás, hermanas y amigas, sobre todo entre las amigas, tenemos hoy un nuevo elemento inesperado: ¡la blackberry!

Creada para negocios, es la mejor herramienta de una mamá moderna: no sólo hablas por teléfono, estás en contacto con tu marido, puedes llevar ahí tu agenda y tus contactos, recibes en ella mails con las circulares del colegio, los avisos de los partidos, noticias, convocatorias a eventos, pero lo mejor de lo mejor es el BBM (Blackberry Messenger) y los grupos que en él puedes crear. ¡Ahí está nuestra nueva aldea tecnológica!
Y seguramente los señores serios y formales que inventaron esta herramienta no se imaginaron que a través de ella se comentarían todo tipo de asuntos que interesan a una señora con hijos en el kinder, por eso me gusta el anuncio donde primero unos ejecutivos trajeados y serios cantan ser muy exclusivos y luego resulta que todo tipo de gente usa blackberry.
En los grupos de chat nos apoyamos, nos echamos porras, nos alegramos por los éxitos y logros de las demás, nos enteramos de eventos, de enfermedades y problemas, nos contamos chistes, nos pasamos recetas, nos hacemos más amigas.

Hay que aprovechar las herramientas que nos da la modernidad para el crecimiento personal y familiar, es padre estar conectados en tiempo real y saber que si lanzas un S.O.S. siempre habrá alguien que te tienda la mano.

Gracias, señores científicos y tecnológicos o quienes sean los que nos pusieron en las manos los teléfonos inteligentes, gracias por hacernos tener a las amigas al alcance de un botón.

lunes, 7 de marzo de 2011

Déjenme.... si estoy durmiendo.

Hace algunos años un grupo regio cantaba "¡Déjenmeeeee si estoy llorando...!"
Yo he cambiado ligeramente la letra de esa canción pues aunque como ellos bien dicen llorar hace bien al alma, dormir hace bien al cuerpo, a la mente y al alma también.

Mi papá siempre me dijo que cuando uno tiene hijos no vuelve a dormir bien, y veo que así es por muchas razones, pero no son sólo los hijos, son preocupaciones varias las que hacen que el sueño se nos vuelva ligero, o que el insomnio nos ataque. Pero lo que de verdad me molesta es que me despierten ya sea a media noche o en la mañana. Claro, cuando me despiertan mis hijos por tener pesadillas o sentirse mal, no me molesta para nada, pero que alguien decida que ya es hora de que me despierte cuando no hay pendientes, eso sí no me gusta. Sufro en las mañanas por tener que despertar a mis hijos para irse a la escuela, cuido el sueño de quien sea por todos los medios posibles, y disfruto mucho cuando puedo despertarme cuando terminé de dormir, no cuando sonó el despertador.

Pero más allá de mis gustos y disgustos, lo cierto es que dormir bien es importantísimo para el ser humano en todos sus niveles. El descanso es indispensable para el buen funcionamiento y la salud. En los niños es clarísimo, cuando no duermen lo suficiente, están de mal humor, demasiado inquietos, berrinchudos, en resumen insoportables. Y nosotros los adultos también, cuando nos sentimos cansados no funcionamos igual que otros días, no tenemos paciencia y estamos de malas.

Hace unos días ví un documental en la tele sobre una enfermedad horrible donde los pacientes simplemente no se pueden dormir. Es una condición genética que se desarrolla en cualquier momento de la vida, en la que cada vez duermen menos y les cuesta más y más trabajo conciliar el sueño, ni con ayuda de somníferos, van perdiendo el control de sus vidas hasta que se mueren por no descansar. Esto es un caso extremo, pero realmente es importante el descanso.

Sólo consiguiendo las horas necesarias de sueño profundo se activan funciones de reparación y mantenimiento del cuerpo, además del aprendizaje, el procesamiento de lo vivido y aprendido durante el día, la solución a algunas cosas, es como un reseteo al sistema para que todas las aplicaciones carguen correctamente y puedan funcionar como es debido.
La hormona del crecimiento, por ejemplo, sólo se activa cuando se lleva cierto tiempo de sueño profundo (no pude encontrar hoy el dato exacto), y así otras muchas funciones.

Algo que me parece realmente preocupante es la falta de sueño en los niños. Actualmente la escuela empieza más temprano que antes, ahora las primarias entran a las 7:30 am, y con la imposición de los camiones de escuela, los niños se tienen que levantar mucho antes para luego pasarse más de media hora dando vueltas en el camión, esto sumado a las múltiples actividades vespertinas, tareas y demás, está ocasionando que no duerman las horas que deberían, y esto les trae luego problemas de cansancio que terminan en mal humor, baja del rendimiento escolar, problemas de conducta. Un niño pequeño, digamos de primero de primaria (6 años cumplidos para entrar) que se levanta a las 6:30 de la mañana, debería estar en la cama a las 7:30 para dormir 11 horas, que sería lo óptimo para su edad. ¿Cuántos hay que se duermen a esa hora? Tristemente no muchos, y nadie parece preocuparse por esto ni darse cuenta de que sus hijos necesitan dormir más.

¿Y nosotros? ¿Dormimos lo suficiente? Yo creo que no, y vivimos cansados, estresados, preocupados y cuando por fin se acaba el día y nos vamos a la cama, nos llevamos los problemas con nosotros y claro, viene el insomnio.

Los invito a buscar una buena noche de sueño por lo menos una vez a la semana, irse a la cama a buena hora, leer un libro un ratito, dejar fuera de la cama las preocupaciones y problemas, total, a las 4 de la mañana no los vamos a resolver, además en la noche todo se ve más negro, más grave... no, no cavilemos ni le demos mil vueltas a las cosas durante la noche.
Procurar relajarnos antes de dormir, respirar hondo, imaginarnos cómo dejamos nuestros pendientes fuera de nuestro cuarto, en una caja imaginaria de la que hasta puede que se escapen algunos en la noche y ya no sean problemas al despertar. Y si a media noche te despiertas por cualquier razón... no caigas en la tentación de prender la blackberry ni la tele, no prendas la luz, date la vuelta y procura poner la mente en blanco, o reza para no pensar en todo lo demás. Yo te aseguro que si duermes bien, tu cabeza podrá resolver mejor y más eficientemente los problemas en la mañana.

Yo creo que si alguien está dormido es porque lo necesita, ¿o no?

Por ahora me despido, me voy a dormir, descansen y disfruten sus sueños, y déjenme, si estoy dormida.

viernes, 4 de marzo de 2011

Como te va en la feria...

Hoy fue la kermesse del colegio de mi hijo en la Feria de Chapultepec.

He de confesar que me sentía un poco nerviosa los días previos pensando en que la feria es muy grande y mi hijo chico, en que iba a haber mucha gente, en cómo iba a ser el evento, cómo nos íbamos a organizar, etc.
Llegado el día, desde recoger a los niños en la escuela fue divertido, tenían unas ansias locas por llegar, tanto así que llegamos a las 11:30  a la puerta que no se abría hasta las 12:00, pero finalmente entramos.

Muchas de las mamás hicimos base en unas mesas que están bajo una gran carpa blanca fácil de localizar y organizamos a los niños en grupos para que estuvieran juntos con la instrucción de reportarse cada cierto tiempo con nosotras. Mi hijo iba en un grupo de 4 niños y una nana, pero un rato después, Javi y su amigo Jorge decidieron, en sus palabras, escaparse. Como son muy responsables y estaban bien aleccionados por sus mamás, los dos vinieron a avisarnos que querían estar ellos dos solos. Con la consigna de no separarse por ningún motivo en ningún momento, los dejamos ir.

¡Qué gran libertad! Los dos solos en esa gran feria, decidiendo a dónde ir, fortaleciendo su amistad, haciendo historia. La verdad es que se portaron muy bien, y aunque en algún momento entrada la tarde se separaron por diferencias en lo que querían hacer, y yo creo que también por cansancio, no tenemos queja alguna.

Es muy padre ver cómo van creciendo estos niños, no sólo mi hijo, sus amigos y compañeros, ir viendo su evolución, platicar con ellos, disfrutar su emoción, sus sonrisas, su amistad, verlos también solucionar sus desacuerdos, razonar las cosas, expresar su cariño por los otros.
Y van creciendo, y viven todas estas nuevas experiencias cobijados todavía por sus mamás, que ahí estamos, pendientes, cuidando, soltando, protegiendo, liberando, confiando en ellos y dándoles independencia poco a poco mientras nos demuestran, como siempre, que son más capaces de lo que pensamos, grandes de alma y mente, probando y ensayando, aprendiendo de todo, madurando.
Son todavía muy chiquitos, y su visión del mundo todavía inocente, mágica, padrísima. Hay sentimientos encontrados cuando los ves tan chicos y tan independientes, orgullo por verlos responsables, cuidándose, al pendiente unos de otros, y nostalgia porque ya no son bebés pegados a tí, porque crecen tan rápido que no te das cuenta, porque cualquier día volteas y los ves más altos, más fuertes, más lejos.

Lo mejor del día, para mí, aún a pesar de haber disfrutado mucho la plática con mis amigas y todo lo que ya les conté de los niños, fue haberme subido a un juego con mi Javi. Creo que se llama el tren del amor, y es ese juego en el que la fuerza centrífuga te va aplastando hasta que los dos estábamos apretujados mientras el tren daba vueltas cada vez más rápido, subiendo y bajando y cada vez más rápido y más y más apretados... ¡Benditas carcajadas de los dos! Nunca olvidaré cómo se reía mi niño querido y por contagio yo también, cómo gritamos, cómo disfrutamos esos minutos de risa loca y complicidad. ¡Cuál estrés después! Ya quedamos que la próxima vez nos subiremos los dos juntos al "ratón loco", y espero a muchos muchos juegos más, y a muchas aventuras más de todo tipo en las que espero poderlo acompañar, apretujarnos y reírnos siempre mucho los dos.

Así que a mí, en la feria hoy, me fue muy bien.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Me gustan los alemanes.

Los coches alemanes, el futbol alemán, la música, el strudel de manzana, la historia, las ciudades, los deportistas...

Por alguna extraña razón, desde mi niñez desarrollé un gusto especial por Alemania y todo lo que de ahí viene. No hablo alemán, ni he guardado mayor relación con las cosas alemanas, pero me gustan. ¿Raro? Tal vez.
Quienes creen que vivimos más de una vez (yo no estoy muy segura, ya lo platicaremos otro día), me dirían que probablemente yo fui alemana en una vida anterior, cosa que me parecería muy interesante conocer, pues lo único alemán que tengo es un lejano antepasado de apellido Kathol.

Yo creo que más bien aprendí a amar algunas de las cualidades que tiene este pueblo, como el haberse levantado después de perder dos guerras mundiales, la eficiencia y laboriosidad, el sentido de responsabilidad, de pertenencia a un país que te necesita, el trabajo, el deber ser y el hacer las cosas bien. 
Esto del deber ser y hacer las cosas bien es algo que tengo grabado a fuego en mí, no sé qué tanto porque así soy, o porque así me enseñaron, pero admiro las cosas que funcionan, que fluyen, me desespero horriblemente cuando las cosas no salen como deben ser según yo.

He tenido la suerte de estar en Alemania dos veces. La primera sólo conocí Munich (München), pero me enamoré de esa ciudad y de su Marienplatz, de su estilo, del mercado al aire libre, de los muñequitos que salen a cantar en el reloj de la plaza, del ambiente en las cervecerías...
La segunda vez, visité Berlin, varios años después de la caída del muro, y además de fascinarme el Check Point Charlie y las historias de los que trataban de escapar de la Alemania del Este, me impresionó la recuperación que se veía en la ciudad, por todo el horizonte veías grúas, construcciones, reconstrucciones, todo en marcha.
Haber estado en la puerta de Brandenburgo e imaginar cómo fue la caída del muro, el primer contacto entre los alemanes de uno y otro lado del mismo, la fiesta del reencuentro, la extrañeza de ver cuan diferentes eran esos compatriotas que no lo habían sido por tanto tiempo, me hizo pensar mucho y me conmovió.

Después, con mi hermana, fuimos a visitar a unos amigos alemanes que conocí en Montreal, más al sur hacia Baviera y camino a Francia. Conocimos Heidelberg y sus alrededores, fuimos a una feria en un pueblito, probamos el vino local, y en general lo pasamos muy bien, fueron grandes anfitriones, gracias Dirk y Thomas.

Cualquier país que destaca en el deporte es de admirar, o de desear desde mi punto de vista. Si un país tiene buenos deportistas, habla de disciplina, de pasión, de apoyo, de trabajo duro, no sólo de los que hacen el deporte, también de sus familias que los apoyaron desde niños, de las instituciones, de los funcionarios, de las facilidades y apoyos que se dan a quienes destaquen, de las ganas de triunfo compartidas, y esto refleja el grado de desarrollo de un país. Desde que el hombre empezó a desarrollarse, pudo dedicar tiempo al ocio y al juego cuando sus necesidades básicas estaban cubiertas, y creo que esto mismo se ve en el deporte y en la manera en que un pueblo se acerca a él. Si una persona tiene facultades para un deporte, se detecta a tiempo, se le apoya y se ve por ella, por su éxito, se le da continuidad, ¡tiene todo para destacar! Pero si esta persona tiene que sacar adelante una familia, pelearse con los funcionarios, rogar que se le apoye, mendigar patrocinios, y en medio de todo esto, encontrar tiempo para entrenar, no puede llegar muy lejos por más que tenga talento y quiera hacerlo.
Desde el mundial de México 86 me declaré fan de Alemania en el fut, no sólo por guapos, sino por las jugadas que podías ver claras, ordenadas, eficientes. Luego he seguido siendo fan de Alemania en todos los mundiales y olimpiadas, me encanta que siempre hay alemanes entre los buenos en todos los deportes que me gusta ver: gimnasia, patinaje, natación, atletismo, olimpiadas de invierno, futbol, automovilismo (excepción: nunca le he ido a Schumacher), lo que sea.

Como siempre pasa, hay estereotipos que se van quedando en la mente colectiva, pero los alemanes, al menos los que yo he conocido, ¡No son fríos! Habrá de todo como en todas partes, pero en mi experiencia, los alemanes son amables, atentos, buenos amigos, y muy cariñosos.

Cierto, han surgido grandes movimientos destructivos en Alemania, empezando por el nazismo y ahora el neo-nazismo, pero cada país tiene su historia y sus cosas buenas y malas. Yo no quiero con esto convencer a nadie de nada, simplemente les comparto este gusto por lo alemán que salió no sé de donde.

sábado, 26 de febrero de 2011

Sábados en Sanje

Cuando yo era niña, el mejor día de la semana era el sábado. Era el día que íbamos a comer a casa de mis abuelos maternos, en San Jerónimo, o Sanje pa'los cuates.
Al llegar frente al portón, el claxon tocaba tres veces: ¡tatata tatata tatataaa! y ahí empezaba la diversión.

Al llegar, lo primero era ir a la biblioteca a saludar a mi abuelito Aquín, si llegábamos temprano; si ya era un poquito más tarde, ya lo encontrábamos tequilita en mano, junto a la mesa de la botana: chicharrón, salsita, queso oaxaca, jamón endiablado con galletitas, aceitunas, papas fritas...

Cuando éramos más chiquitos, nos metíamos a la alberca antes de comer, mi abuelo y mi papá, con los tíos grandes, tomaban su tequila sentados en los escalones de la alberca mientras los niños jugábamos en ella.

Llegada la hora de la comida, había dos posibilidades, comer adentro o afuera, adentro en la mesa del comedor cabían todos los tíos y algunos de nosotros, cuando todavía no éramos tantos. Afuera había dos (luego 3) mesas redondas, en las que no siempre cabíamos todos, entonces los niños con nuestro plato nos íbamos a comer por ahí: en las escaleras, en la orilla de la alberca, en el pastito, o sobre un león que alguien le regaló a mis abuelitos. Ese león era una imitación de un león chac-mol (o eso me parecía a mí) maya o azteca o algo, con un hoyo grande en el centro del lomo como para hacer sacrificios humanos a los dioses... pero con gran utilidad práctica si querías sentarte en él con un plato en las piernas.

En la casa de atrás vivía Raji, un león verdadero, al que oíamos rugir, especialmente en la noche cuando nos quedábamos a dormir... podría habernos asustado, pero lo conocíamos por la ventana y lo veíamos pacífico y tranquilo... hasta que mordió a no sé quien, creo que el jardinero de esa casa, y se lo llevaron.

Una de las mayores diversiones, por las prisas y carreras, era correr a ver el tren pasar. Lo oíamos silbar y alguien gritaba: ¡El tren! ¡Vamos! ¡Corre! Y había que cargar a los primos bebés, tomar de la mano a los chiquitos y todos corríamos escaleras arriba para asomarnos por una ventana, la misma por la que veíamos a Raji, a ver el tren pasar.

Al terminar la comida, mi querido Aquín nos llamaba y nos decía "A ver si eres buen detéctif" (así lo pronunciaba) y nos pedía algo de su biblioteca, generalmente chocolates que había escondido por ahí, o un artículo del periódico, o sus lentes, o las tijeras, o cualquier cosa que pudiera premiar con un chocolatito cuando eras buen detéctif. Lo mejor de la biblioteca era el baúl, un gran baúl de madera, que olía delicioso, en el que guardaba algunas botellas como la de rompope o anís, pero sobre todo dulces y chocolates no faltaban.

Las sobremesas eran largas y divertidas, los niños nos íbamos a jugar por ahí, en el jardín, en el frontón (ideal para patinar), los columpios... y también con los cojines de los sillones de la sala, que habían sido cambiados y se quedaron los viejos para que jugáramos arriba. Era una casa tan grande que había mucho por hacer.
Cuando mis tíos chicos todavía vivían ahí, y yo no era ya tan chiquita, confieso que me metía a sus cuartos a ver qué había, eso sí, nunca abrí cajones ni closets, pero era divertido andar por ahí, leer algunos cuentos y revistas, poner sus discos, escribir en el pizarrón del cuarto de los chicos, ver las fotos...

No había para aburrirte, y lo mejor era el ambiente en esa casa, todo mundo era bienvenido, cuando fuera, a la hora que fuera y con quien llegaras, podías llevar amigas sin preguntar, podías ir en fachas, entrar y salir y subir y bajar, casi todo estaba permitido. Me encantaba convivir con mis tíos, con sus novias, con sus amigos, observar y aprender.
Me sentía libre, querida, bienvenida.

Gracias Aquín y Pita por esa casa, por esos sábados, por esa familia y ese amor. Gracias a mis tíos y primos por crecer conmigo, por enseñarme valores, por tantas horas de juego y diversión. Gracias a la vida, pero sobre todo, gracias a Dios por haberme puesto en esa familia grande y generosa.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Yo no soy feminista.

¿Y cómo podría serlo si soy mamá de niños?

Pero ésto viene de más atrás, nunca he sido feminista en el sentido exagerado y exasperante en el que lo son algunas. Tampoco soy machista, cabe aclarar.

Ante los ojos de Dios, todos tenemos el mismo valor, y como ser humano yo creo realmente que también, nadie puede ser mejor que otro sólo por su sexo.

Creo que hombres y mujeres debemos tener los mismos derechos (y obligaciones, en estos tiempos todos hablan de sus derechos y nadie de sus obligaciones) ante la ley, ante la vida, tener acceso a las mismas oportunidades, tener el mismo valor ante los demás. Pero es cierto que, siendo iguales, somos diferentes afortunadamente. También creo que dentro de las características físicas y mentales que tenemos de acuerdo a nuestro sexo, cada individuo tiene sus propios talentos, sus gustos y forma de ser, y gracias a toda esta diversidad es que podemos funcionar como sociedad.

No es posible pensar que alguien, sólo por ser mujer, es mejor que un hombre sólo por ser hombre... Ahora que tan de moda está lo de la equidad de género, me asusta pensar en que haya mujeres en puestos públicos o directivos sólo por ser mujeres, para cubrir la cuota, por el qué dirán, el puesto debe ser de quien sea el mejor candidato para el mismo por su experiencia, sus conocimientos, sus habilidades, no por su sexo. Y eso sí, con el mismo sueldo y las mismas responsabilidades en un caso que en el otro.

¡De ninguna manera puedo decir a mis hijos que las mujeres son mejores que ellos o merecen más sólo por serlo!

No cabe duda que muchas mujeres han luchado por nuestros derechos, y es algo que tenía que hacerse y se agradece, pero no hay que llegar al otro extremo. Hay que conseguir igualdad de trato, de oportunidades, de derechos, de reconocimiento, mas no por eso menospreciar al hombre.

Me parecen odiosos los anuncios del Inegi que con el último censo somos no sé cuantas mujeres más que hombres en México (no es novedad) y el tono que les dan como si eso fuera un logro de alguien, como si fuera algo para celebrar... la naturaleza es así, siempre lo ha sido por alguna extraña razón, y finalmente, ¿qué más da?

Este país siempre ha sido machista, cosa que curiosamente, las mujeres han fomentado durante años dando una educación diferente a las niñas que a los niños, a nosotras nos toca cambiar esto, pero no llevarlo al opuesto.

La sociedad nos necesita a todos, hombres y mujeres, trabajando juntos. Hombro con hombro, sumando, complementándonos en todos los sentidos, respetando al otro y reconociendo a quien hace bien las cosas, sea hombre o mujer.

A mí, me encanta ser mujer, y me encanta ser mamá de hombres.

martes, 22 de febrero de 2011

Los Abuelos

Hoy en el kinder celebramos el día de los abuelos. Primero hubo una misa, luego los niños les cantaron y bailaron a sus abuelitos.

Gracias a que soy vocal, pude presenciar esta fiesta, y vaya que lo es, entre abuelos y nietos. Tanto a los unos como a los otros les brillan los ojos y la sonrisa aflora al descubrirse entre la multitud de niños y abuelos, unos y otros se dicen hola con la mano, se gritan, cruzan miradas de complicidad y alegría.

Los niños disfrutan enormemente tener la atención de sus adultos queridos, los abuelos festejan cada gesto, cada baile, cada canción.
Con lágrimas en los ojos estos abuelos celebran la vida, la suya y la de sus nietos, y yo pensaba en la gran bendición que tienen mis hijos de tener a sus 4 abuelos vivos y presentes en su vida.
¡Qué importantes son los abuelos! Son la raiz de la familia, el hilo conductor del pasado al presente, fuente de amor incondicional, de juego, de consejos, de chistes y canciones, de historias y cuentos, de pequeños y grandes regalos, de risas y conocimientos.

Se dice mucho que los abuelos están para consentir, pero no sólo. También están para ayudar a educar, para guiar. Muchas veces consiguen de un nieto lo que un padre no, o dan en el clavo a la hora de consultarles algo, bendita sabiduría han ido consiguiendo...

Yo también tuve la suerte de conocer y querer a mis 4 abuelos, y de vivir diferentes experiencias con ellos y agradezco a Dios por cada uno de ellos.

Hay un lazo especial entre abuelos y nietos, no cabe duda, y hoy nuevamente lo viví. Es la vida que se abraza en los extremos en un círculo sin fin.

Doy gracias a Dios por los abuelos, los míos y los de mis hijos, y por todos los demás también.

lunes, 21 de febrero de 2011

La primerA vez

¿De qué hablar? ¿Por dónde empiezo?
¿Entraré en el tema así sin más o mejor doy una pequeña introducción?
Hablar en primera persona, o narrar algo, escribir mucho o poco, tratar los temas con mucha seriedad o no tanta... y sobre todo, ¿de qué escribir esta primerA vez?

He decidido que escribiré cada vez como salga, como se pueda, como lo sienta, pero finalmente empezaré por decir que me encanta el idioma español y toda su riqueza, simplemente el poder tener un verbo para decir "ser" y otro "estar" nos da toda una gama de posibilidades, soy feliz o estoy feliz.

Una de las cosas que más disfruto en la vida es leer, leer un buen libro, de esos que te tienen "picado" y que necesitas urgentemente seguir leyendo para saber qué pasó. Los que más me gustan son las novelas modernas, sobre todo si entre la ficción nos retratan una época, sin ser demasiado "históricas", es una buena manera de aprender. También me gusta leer cosas que me hagan pensar, filosofar, hacerme preguntas de esas que te dan vueltas en la cabeza hasta que logras tener una respuesta más o menos satisfactoria, o que te dan tema de conversación con alguien más. Y a partir de la creación de este blog, ya compartiré con ustedes algunas de estas reflexiones que continuamente ocupan mi cerebro.

Cuando estaba en 5° ó 6° de prepa, teníamos una maestra de Literatura Universal que nos hacía escribir en unos cuantos renglones y sin repetir ninguna palabra, un resumen de alguna lectura. Este ejercicio aunque a veces no era fácil, me resultaba divertido pues me obligaba a pensar en sinónimos y maneras diferentes de decir lo mismo, sin ser repetitiva. No intentaré hacerlo aquí pues son muchos más renglones que los que escribíamos en esas tareas, pero sí procuraré ir mejorando mi estilo y la manera de comunicarme con ustedes que tan amablemente me están leyendo.

Soy fanática de la ortografía, me brincan las faltas y lo mal escrito, me gustaría ser correctora de estilo o miss de redacción... pero ultimamente lo que más me saca ronchas es que se use el adverbio "primer" en masculino con un sustantivo femenino.
De un tiempo para acá, la gente ha dado en decir cosas como "primer canción", "primer vez"... y ¡hasta en los medios de comunicación escritos o hablados lo usan!

¿Por qué se ha olvidado la existencia de la palabra primerA? ¿Alguno de ustedes ha hecho la "primer comunión"? ¡No! ¡Es la PrimerA Comunión!
Primera vez, primera llamada, primera escuela, primera canción, primera amiga, primera en llegar... no dices "fuí la primer en llegar", dices fui la primerA en llegar.

Hay modismos en los idiomas, palabras nuevas que se van usando, pero no olvidemos la concordancia de género en adjetivos y sustantivos.

No quería que esto fuera un sermón, pero sí les comparto mi rechazo hacia estas aberraciones que poco a poco van tomando lugar en nuestro idioma, y les pido por favor lo piensen.

Por hoy es todo, lamento que este primer blog no sea especialmente divertido, pero ténganme paciencia y verán que pronto serán más interesantes mis escritos, hay que aceitar los engranajes y limpiar el óxido mental.

Gracias.